lunes, 16 de enero de 2012

Ladrón por Ladrón

Capítulo 1
Primer Segmento

–Así que es esta tu oficina, ¿No crees que es muy oscura? –Dijo sentándose en una cómoda silla.
– ¿Viniste a opinar de mi lugar de trabajo o a hablar de negocios?
–Veo que eres de los que les gustan ir directo al grano y eso me agrada –rió–, claro que vengo a hablar de negocios, supe por ahí que trabajas con información y necesito de tu ayuda.
–Dime, ¿Cuánto vale esta información para ti?
–Te daré este anillo de oro macizo –se lo quitó de uno de sus dedos, era hermoso, tenía incrustación de perlas y diamantes en un decorado de lunas– por lo general, y gracias a un joyero solo en peso vale cien millones de dólares y las incrustaciones dependen del comprador pero puedes darle el valor que desees pues es una pieza muy rara en los alrededores. –Lo colocó en la mesa observando a su interlocutor, quien lo miraba inquisitivamente.
– ¿Cómo dijiste que te llamabas?
–Horacio. –Le sonrió al ver el interés en su nombre,
–Bien, Horacio, te equivocaste conmigo, yo no acepto objetos como pago, solo dinero en efectivo. –Pestañeo cansado, se fijó en la hora de su Rolex, ya era bastante tarde para él.
–Tómalo como un aval, cuando obtenga lo que quiero, te daré el equivalente al anillo con algunas comisiones más.
El otro hombre se colocó en pié, era más alto de lo que Horacio supuso.
–En verdad lo siento, ya tengo que cerrar y no estoy interesado…
El otro hombre se colocó en pie, era varios centímetros más alto de lo que Horacio supuso.
–En verdad lo siento, ya tengo que cerrar y no estoy interesado, por favor, deja de insistir.
–Ah! –Exclamó revolviendo las cosas del portafolio que le acompañaba. –Se me olvidaba un detalle, las comisiones que te daré serán estas fotografías. –Las dejó junto al anillo– Y qué interesante, pues en esta aparece tu hermana, la bonita de cabello largo saliendo de un banco bastante popular, haciendo un depósito bastante grande, y fíjate que aquí –le indicó otra fotografía– está su gemela que está saliendo de un departamento sin número en las afueras de la ciudad. Oh! Creo que hasta está la matrícula falsa que utiliza en su motocicleta…
–Ja, sabes de lugares pero… fácilmente podríamos escapar.
–Sí, quizás pero tú ya tienes una forma de vivir demasiado agendada, algo que te costaría cambiar, por ejemplo, sales de tu casa a las ocho de la mañana, llegas aquí a las nueve, te vas a tomar un café en frente para coquetearle a la mesera que coincidentemente te atiende siempre… y bueno. La lista sigue, cada día haces lo mismo como si ya estuvieras acostumbrado o ¿me equivoco?
–Comprendo –se sentó enfadado y observó por primera vez las canas que sobresalían en el oscuro cabello del hombre, lo llevaba corto y parecía más joven de lo que decía, también se fijó en el extraño brillo de sus ojos lo que delataba el uso de lentes de contacto y entonces ¿Por qué llevaba lentes ópticos?–, ahora dime que es que quieres.
–Necesito información de esta mujer. Necesito cualquier cosa para encontrarla. –Sacó otra fotografía de aquel maletín, el otro hombre la tomó y verla no podía creer tal coincidencia.

            Caminó rápidamente hacia la muchacha pelirroja, su chaqueta larga le ondeaba con cada paso que daba.
–Amanda, necesito que mates a este hombre. –dijo seriamente tirando una fotografía sobre la mesita del living.

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